Probablemente el estilo, la obra y el encanto de lo que hace M.Jacobs pueda definir un talento oculto que despertó no hace mucho tiempo, seguramente por los genes maternos de una artista plástica de carrera. Pero esto no alcanza para describir la verdadera “esencia creativa” de un trabajo que trasciende la pintura y el mundo del arte, a decir verdad esto es apenas una extensión de su apasionada vida.
Para M.Jacobs el amor es la esencia de la vida. No es simplemente sentir, sino que es compartir, ser consecuente, tener lealtad, desear el bien, tener buen humor, tener buena voluntad, no querer dañar, ser considerado, devolver el bien por el mal, amar lo bello, tener paciencia, ser cortés, obrar con bondad, sonreír siempre. Es comprender a los demás, colocarse en el lugar de otros, defenderlos cuando están ausentes. Es ayudar, ser apreciativo de la labor ajena, encontrar todo bien y no todo mal.
Quienes conocen a M.Jacobs saben de su filosofía y actitud para con la vida.Para quienes estén a punto de descubrir la magia de su arte, deben saber que les resultará muy difícil escapar del magnetismo que despierta su inquietud, su expresión auténtica, su poder de acción y de la pasión que impregna en cada acto, procurando siempre dejar una huella positiva.
Esa premisa presente en cada acto de su vida lo lleva a realizar la composición de toda su obra, un equilibrio entre lo que se ve, se oye y se siente. La incesante búsqueda desde el desconocimiento al deseo de aprender y el hallazgo desde la casualidad a una causa que lo movilice, a disfrutar del infinito no tiempo, dentro de un tiempo finito, a pasar rápidamente del pensamiento a la acción, a apreciar lo simple dentro de la compleja vida y a agradecer sin caer en el conformismo de los halagos.
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